“¿Desde cuándo?”, es la pregunta
que muchos se hacen al pensar en un país tan rico como Venezuela. El pensar
como una sociedad que apuntaba a ser la más desarrollada de América Latina en
los años 60 y 70, comenzó un retroceso inhóspito e imparable hasta llegar a la
mera crisis económica, política y social que vive el país desde hacía 15 años
atrás. Pero, ¿Cuándo comienza esto?, ¿es de la noche a la mañana? ¿Cuál fue el
inicio de ese derrumbe? Son algunas de las preguntas que cada día se hacen
muchos ciudadanos dentro y fuera del país. Este declive fue una situación que
se vino vaticinando desde finales de los años setenta, luego de una serie de
malas decisiones que desviaron a la nación de ser un paraíso tropical a un infierno
ambulante.
Venezuela, luego de atravesar la
Dictadura de derecha comandada por el General Marcos Pérez Jiménez, que hasta el año 1998 se había considerado
una de las etapas más oscuras de nuestra historia; no había sufrido un desastre
político tan grande como el que vive actualmente, aunque si había sido víctima
de una bandada de actores políticos que
en 40 años de gobierno auspiciaron lentamente el desastre que sufre el país. Cabe
destacar que durante la época de la dictadura, Venezuela llegó a tener la
moneda más fuerte (incluso por encima del dólar). La llamaban “la New York del
sur” por todos los adelantos obtenidos a nivel económico y social, además del
desarrollo de infraestructura con tecnología puntera y visionaria, la llamada a
la inversión extranjera, y por supuesto,
con la ventaja del boom petrolero.
¿Pero cuando comenzó esta
hecatombe? Pues bien, Venezuela, hasta el año 1980 había vivido un periodo de
alto crecimiento económico, considerado el país en desarrollo más avanzado de
la región; pero el estallido no comienza sino hasta la caída del precio del
petróleo durante el mandato de Luís Herrera Campins, que trajo consigo el
establecimiento de un control de cambio (RECADI) y la restricción de la salida
de divisas, con lo cual se incrementa la pobreza y el analfabetismo, y por
ende, se acrecientan las desigualdades sociales y la inseguridad en las zonas
más pobres del territorio nacional. Es entonces cuando en 1983 se produce el
“viernes negro” en el cual Venezuela sufrió una fuerte devaluación en el
Bolívar frente al dólar, que hasta la fecha se mantenía en 4.30 bolívares por
dólar. Posterior a este periodo y aunado con los graves casos de corrupción
relacionados con el mandato de Jaime Lusinchi, desapareció la estabilidad
cambiaria en el país. No es sino a partir de este momento que se inicia el
desbalance económico, político y social en Venezuela.
En 1988, a partir del segundo
mandato de Carlos Andrés Pérez y luego de la mala gestión de previos gobiernos,
se encuentra lo que en su momento se consideró “la salida a la crisis económica”
y CAP decide adoptar la propuesta del Fondo Monetario Internacional (FMI) para
el rescate. La liberación de las importaciones, eliminación de los controles de
precio, privatización de empresas, aumento de la gasolina y derivados del
petróleo, aumento del transporte público, aumentar los salarios de la administración
pública, reducción del gasto público, y la congelación de cargos fueron algunas
de las medidas implementadas por este gobierno. En consecuencia, la presión
social, el resentimiento y descontento acumulado de 10 años de negligencia,
combinado con la drasticidad de las decisiones dieron lugar al “Caracazo”, una
de las mayores protestas sociales que ha vivido nuestro país.
Dos intentos de golpes de Estado
en el año 1992, los escándalos de corrupción en el Gobierno de Carlos Andrés
Pérez y una catastrófica decisión de Rafael Caldera, de indultar a los golpistas
del 4F y del 27F, dieron pie a que el pueblo, cansado de los mismos discursos
sin resultados y en búsqueda de un “salvador” que cumpliera al fin sus promesas
y velara por los derechos de los menos favorecidos, decidiera brindarle una
victoria al ex presidente Venezolano Hugo Chavez.
Chavez, quien comenzó su mandato
en el año 1999, fue la esperanza para muchísimas personas. Su carisma y su
entusiasmo dieron cabida a un fanatismo extremo, llegándolo a adorar como si
fuera un dios o un Santo. Amado por muchos, odiado por otros, Chavez tomo
decisiones que afectaron sobre todo a los empresarios, y a las clases alta y
media del país. Sin embargo, las consecuencias de estas decisiones llevaron al
sistema a derrumbarse lentamente, ya que condenar a una empresa equivalía a
condenar a miles de personas a perder sus trabajos, creando una tasa de
desempleo gigantesca, y por supuesto, un incremento en la pobreza.
El descontento hacia su gestión
comenzó a detallarse en el año 2001, cuando manifestaciones masivas repudiaban
las decisiones pro-comunistas y en contra de la clase media y alta,
desencadenando el paro petrolero del año 2002, el asesinato de venezolanos en
la manifestación del 11 de abril de ese mismo año, y el golpe de estado (que
muchos consideran autogolpe). A partir de aquí, la sociedad venezolana comenzó
a quebrantarse y dividirse en dos bandos diferentes; por un lado, los
“chavistas” y por el otro, cualquiera que se opusiera a las decisiones del
mandatario. Odio, división social, clasismo, racismo, fueron algunas de las prácticas
que se arraigaron en nuestros ciudadanos. Comienza una pérdida masiva de los
valores familiares y sociales, y una alta admiración por la mediocridad y el
facilismo. Se incentiva el irrespeto y la corrupción. Los cuerpos de seguridad
de un momento a otro dejan de cumplir sus funciones básicas para comenzar a
aplicar la política del “cuanto hay pa’ eso”, expresión utilizada para sobornar
a quien intenta que las cosas se hagan como deben (o deberían) ser. Se intentó
otorgarle poder al pueblo y este abusó de él, trayendo consigo una anarquía.
La falta de control y de
disciplina, la potenciación de una figura como ente supremo y no de un partido
o de un sistema (la gente era “Chavista”, no socialista, ni PSUVISTA, etc.
Creían en Chavez como su líder y no en el sistema que él representaba); y el
desarrollo de una serie de medidas incorrectas, a lo largo de 15 años
incrementaron la pobreza; convirtieron el sistema educativo en uno de los más
precarios de América Latina; el sistema sanitario no cuenta con la tecnología,
infraestructura, insumos ni personal
necesario; un control de cambio desde el año 2003 (vigente a la fecha); escases
de productos básicos, continua devaluación de la moneda, inseguridad
exorbitante, impunidad, anarquía; son solo algunas de las realidades que hoy
vive Venezuela. Hugo Chavez en su último período hizo caso omiso de estas
problemáticas, ignorando y desvirtuando la realidad del país, y por el
contrario, solo se encargó de implementar medidas que lo perpetuaran como jefe
de Estado, pero que no trajeron ningún beneficio a la nación.
Tras la ausencia de poder en el
año 2012 y la muerte declarada en marzo del 2013 (se dice que murió en
diciembre del año anterior), Hugo Chavez delega sus funciones al entonces
vicepresidente (actual Presidente de la República) Nicolás Maduro Moros, quien
no solo ha brillado por su incompetencia y habilidad de destrucción en cortos
periodos de tiempo, sino quien también ha permitido de manera descarada la
injerencia cubana en el país, brutales represiones a manifestantes, asesinatos,
apoyo a grupos guerrilleros que amedrentan a la población, descarada
manipulación al sistema judicial y legislativo, implantación de medidas de
adoctrinamiento escolar, devaluación continua de la moneda, escases de todo
tipo de alimentos y productos, limitaciones para salir del país (aumento precio
de líneas aéreas y deudas millonarias con las mismas) aplicación de tres tipos
de cambio oficial, escases en materiales para expedición de pasaportes,
expulsión/limitación de operaciones de funcionarios diplomáticos en territorio
venezolano, delincuencia extrema, impunidad, corrupción, autoritarismo; y para
sumar un detalle más, a la fecha aun no se ha podido comprobar la verdadera
nacionalidad de Nicolás. Solo nos queda decir, así fue que comenzó y por lo
visto, sí se puede caer más bajo, demostrado está al nombrar presidente al ser
más incompetente y peor preparado que podría tener la nación.
Así es como en 10 párrafos
pudimos resumir 56 años de historia. ¿Desde cuándo? Desde que a la gente le
dejo de importar su futuro para concentrarse en el “presente” y el “aquí”.
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